Noemí, 18: tengo mucho miedo de perder la virginidad y que después los hombres no me acepten
El genuino seductor, nace. El sinvergüenza, en cambio, puede llegar a serlo con esmero y aplicación, ya que su objetivo no es cautivar a las mujeres sino más bien aprovecharse de ellas, en determinada medida. s, en muchos casos, asimismo pretenden lo mismo. No todas, claro: ciertas. Las suficientes.