Llego a artá a la hora de la comida: las cinco y media de la tarde, uf
Una vez sumidos en esa rutina, no nos damos cuenta que nuestro niño interior está quedándose poco a poco más y más escondo. Pero no solo el nuestro, sino que el de nuestra pareja asimismo, y entonces estamos más abiertos y más sensibles al malestar.
