Vas a aprender a oír me gusta tu bufanda u otro tipo de comentarios elogiándote
Y nunca más volvió a ese consultorio. En otra ocasión alguien le afirmó que los resquemores y la envidia envenenaban el ánima y el cuerpo. Esta reflexión le pareció tan idiota como la de una eminencia que le sugirió la posibilidad de tratar su fobia social como cualquier otra enfermedad.